No hace falta tener los adornos de Navidad en el árbol ni que nieve para introducir el dorado en nuestra decoración. Como ya sabes, el blanco es sinónimo de pureza y el dorado de elegancia y sofisticación. ¿Y qué pasa si combinas estos dos colores? Pues que tu casa lucirá radiante y con mucha luz para contrarestar los días apagados de otoño.

Oro parece

No caigas en la trampa de pensar que el dorado convertirá tu hogar dulce hogar en un ambiente barroco y recargado. Aunque esta tonalidad se asocia automáticamente con el oro, símbolo de poder, riqueza y clasicismo tiene infinidad de opciones decorativas. Una buena opción para evitar recargar el ambiente es optar por un dorado envejecido, perfecto tanto para estilos étnicos como coloniales. Es recomendable introducirlo mediante pequeños accesorios, como por ejemplo lámparas, portavelas, jarrones o pufs. Conseguirás romper con la monocromía del blanco así como un aspecto refinado y glamuroso.

Calidez, ven a mí

El blanco nos encanta. Algunos siguen pensando que es un color frío, pero en realidad es la base perfecta para cualquier decoración. Es la tonalidad preferida de todo interiorista y es que su simplicidad y la versatilidad para adaptarse a cualquier estilo se suman a su capacidad de dar luminosidad a cualquier espacio y sensación de amplitud. Eso sí, hay que jugar con las tonalidades del mobiliario, la decoración y los textiles para huir de una casa-iglú. Y aquí es donde entra el dorado: una habitación en blanco deja de ser impersonal para convertirse en un espacio con personalidad propia y de máxima tendencia gracias a algunas pinceladas doradas.

Aplicar con moderación

Uno de los trucos para decorar en dorado reside en no caer en los excesos. Los pequeños accesorios y detalles son la mejor baza para aplicarlo e integrarlo en ambientes que van desde el más puro scandi a contemporáneos, minimalistas e incluso industriales. Porque el gold&white se adapta sea cual sea el estilo de la decoración.

El gran dorado

Uno de los secretos para decorar en dorado y no caer en el exceso reside en utilizar las distintas versiones del dorado. Brillante, mate o envejecido, se trata de una tonalidad que no entiende de temporalidades ni de modas pasajeras. Y lo mismo pasa con el blanco. Por lo que la combinación entre ambos ayuda a crear espacios limpios a los que, con la inclusión de mobiliario en materiales naturales se le resta seriedad y se añaden dosis de serenidad.

9 de Julio de 2020 a las 09:29